domingo, 21 de marzo de 2010

Adorar es estar impresionado por la grandeza de Dios, decirle que lo amamos y estra dispuestos a servirle. La adoración es interna y la alabanza es externa. Adoramos cuando nuestra vida reverencia a Dios, como los magos lo hicieron ante Jesús (Mateo 2:11). Alabamos cuando declaramos las obras de Dios: "Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos."(Salmo 19:1) Al celebrar cada domingo, hagámoslo con un reconocimiento sincero de adoración y alabanza, en el Poderoso Jesús,
Creyendo lo imposible
Juan Germán Ortiz

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